
Todo divorcio supone un cambio radical de vida.
Esta demostrado que la pareja constituye el elemento central esencial de la vida de las personas y es por ello que la pareja condiciona positiva o negativamente todos y cada uno de los ámbitos de cada persona.
Hay personas que no tienen pareja y están perfectamente, pero el problema es cuando se tiene una pareja con problemas importantes.
La inestabilidad sentimental puede hacernos sentir que vamos literalmente a volvernos locos.
Lo peor es cuando en una relación de manera intermitente hay altibajos en los que se deja y se retoma la relación.
Cuando dos personas saben que quieren y pueden estar juntos deben de disfrutar y cuidar su relación con la máxima plenitud.
Cuando por el contrario dos personas no quieren o no pueden estar juntos por cualquier motivo, sea el que sea, deben de sopesar la decisión de darse un tiempo o dejar la relación definitivamente para no terminad de deteriorar la pareja.
La cordura y locura de la separación
En toda ruptura y relación sentimental se crea un vínculo que en parte toza la cordura y en otro la locura.
Todo es bueno y bonito si está equilibrado.
Una relación muy monótona puede acabar con el matrimonio pero también una tan alocada que sea inestable.
Cada personalidad, persona y circunstancias necesita algo muy concreto y por ello se debe de buscar la compatibilidad de carácteres para superar cualquier problema de pareja.
Los problemas de pareja son inevitable pero debemos de ser realista y ver cuales son razonables y superables y cuales no. Lo que no se puede hacer es sacar las cosas de quicio y acabar perdiendo la cabeza por mantener una relación más de lo que debería.
Toda decisión tiene ventajas e inconvenientes pero no podemos quedarnos en el “estar por estar” sino que debemos de elegir aquello que queremos y nos hace bien por encima de aquello que no queremos y no nos hace bien.